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viernes, 9 de marzo de 2012

EL JUEGO EN LA PRACTICA DOCENTE


LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA EN EL NIVEL INICIAL: EL LUGAR DEL JUEGO
Autoras: Anselmino, Graciela H.- Morán, María Iris
Facultad de Ciencias Humanas – UNLPam



El juego en la práctica pedagógica: algunas consideraciones

Estudiar a la práctica pedagógica en el Nivel Inicial2, sus características y
singularidades, es atender al proceso “que se desarrolla en el contexto del aula en el que
se pone de manifiesto una determinada relación maestro–conocimiento–alumno,
centrada en el “enseñar” y en el “aprender” (Achilli; 1992: 10).
En nuestro país el origen del Nivel Inicial tuvo raíces eminentemente pedagógicas. En
las primeras décadas del siglo XX se estructuró como institución educativa y se orientó
teniendo en cuenta, fundamentalmente, las características y necesidades del niño que
concurre al mismo.
Su accionar se asentó sobre tres pilares básicos: el juego, los hábitos y la socialización.
Sin embargo nuevos aportes le reasignan sentido y se lo reconoce como ámbito para la
democratización del conocimiento.
Luego de sancionada la Ley Federal de Educación, en el año 1993, se establece la
obligatoriedad de la sala de 5 años y con la publicación de los Contenidos Básicos
Comunes, se explicitan los bloques de contenidos a ser enseñados en la misma. La toma
de conciencia del lugar que ocupa el conocimiento en el nivel, hace que se lo revalorice
pedagógicamente y se lo reconozca como espacio para la apropiación de los contenidos
escolares.
De este modo el Nivel Inicial como “ambiente escolar se constituye en soporte
institucional ampliatorio del contexto familiar y social y en capitalizador de los espacios
cotidianos para convertirse en “ambiente alfabetizador”, en el que se generarán y
desarrollarán las acciones pedagógicas”. (Bauzá; 1999: 5)
2 Entendemos por Nivel Inicial, denominación que se comienza a utilizar a partir de la década del 80, al
período que comprende desde los 45 días hasta los 5 años y que se divide en dos ciclos, el Jardín Maternal
(de los 45 días a 2 años) y el Jardín de Infantes (de 3 a 5 años).
En virtud de esto ¿qué lugar ocupa el juego en las prácticas pedagógicas del Nivel y más
precisamente en la sala de 5 años?
Si el juego se constituye en la variable que orienta la enseñanza es importante tener en
cuenta dos aspectos cuando se organiza la práctica, por un lado los aspectos
contextuales y por otro los aspectos disciplinares. De este modo atiende a su identidad y
la aleja de las consideraciones propias del nivel de escolaridad siguiente.
La preocupación por el juego fue estudiado por los primeros educadores preocupados
por la educación infantil. Cuando Froebel crea su primer Kindergarten en 1840 centra su
interés en el juego por considerarlo la actividad natural del niño, además lo reconoce
como el método privilegiado de educación. De allí en adelante todos los pedagogos
preocupados por la niñez diseñaron diferentes materiales didácticos para aprovechar
esta tendencia espontánea que caracteriza al niño.
Actualmente el juego es considerado una actividad con intencionalidad pedagógica;
facilitador de prácticas de buena enseñanza ya que el niño a través del juego es capaz de
negociar significados y de compartir conocimientos.
En nuestro país, se observa desde los comienzos de la estructuración del nivel – con los
postulados de la Escuela Nueva - al juego como la actividad básica que utiliza el niño y
el dispositivo para “motivar” situaciones de enseñanza.
Durante la década del 60 se produce una notable expansión cuantitativa de los Jardines
de Infantes; en el año 1961 el Consejo Nacional de Educación estableció los fines de la
educación infantil, con ello se intenta unificar lo que sucede en los distintos puntos del
país.
Es en esta década cuando se difunden las ideas de Piaget sobre la génesis de la
inteligencia; estos aportes provocaron cambios en la orientación pedagógica del nivel y
en las concepciones acerca del juego.
El juego, que es el eje que nos ocupa, fue considerado como una expresión del
desarrollo del niño y como antecedente del trabajo, como proceso didáctico y como
preparación para la vida. Es así que “hasta los sesenta, el juego se desarrolla de manera
individual o grupal y alrededor de materiales didácticos froebelianos, montessorianos y
decrolyanos”. (Malajovich, 2000:284)
La pedagogía tecnicista de la década del 70, que ponía el énfasis en los aprendizajes
como respuestas de conductas logradas, consideraba al juego como la actividad que el
niño realiza en esta etapa pero por una parte lo desliga de los contenidos de la enseñanza
y por otro minimiza la intervención del maestro.
En este sentido se reivindica el juego sin intencionalidad educativa, y se estructura en
dos modalidades: el juego centralizador y el juego–trabajo. Podríamos decir que en esas
propuestas el juego no tiene valor pedagógico sino que se considera en sus aspectos
psicológicos de elaboración de conflictos.
A partir de los 80, las investigaciones se centraron, entre otras cuestiones, en la
importancia de la actividad constructiva del niño, en el aprendizaje escolar y en el papel
del docente. Inciden los aportes de la bibliografía francesa e italiana quienes proponen
el juego trabajo con diferentes modalidades: talleres, juego en rincones y juego
dramático. En algunos casos “recrean un activismo encubierto” (Malajovich; 2000:282)
que otorga a los niños mayor autonomía para organizar sus acciones y trabajar sobre los
distintos contenidos. Se vuelve a considerar al juego en pequeños grupos.
Como ya se ha expresado, es a partir de la sanción de la Ley Federal de Educación en
la década del 90, cuando se explicitan los contenidos disciplinares para este nivel. Las
prácticas pedagógicas centradas en el juego, los hábitos y la socialización mantienen su
vigencia, pero es necesario redefinir sus términos a la luz de los nuevos conceptos
teóricos, tales como, el sujeto escolar, el docente que enseña y el lugar del conocimiento
dentro del contexto escolar.
En consecuencia la definición de los contenidos disciplinares impactó fuertemente en la
organización del Nivel Inicial operando una serie de modificaciones en el interior de sus
prácticas, lo que dio lugar al debate en torno a las relaciones entre el juego y el
aprendizaje de los contenidos.
Se ha hecho referencia a algunas de las concepciones sobre el juego que han influido en
las prácticas del Nivel Inicial: el juego libre, juego reglado, juego–trabajo, entre otras.
Todas ellas conciben al juego como una actividad propia de la infancia pero sus
propuestas adquieren características distintivas de acuerdo a la finalidad que le confiere
el docente, quién las organiza teniendo en cuenta las disposiciones témporo –
espaciales, las actividades que realizan los niños, los materiales necesarios y las reglas
de “juego”.
Por otra parte Ana Malajovich señala que es importante reflexionar sobre el tiempo de
verdadero juego que le otorgamos a los niños en la actividad cotidiana del jardín y que
es necesario enriquecer los momentos lúdicos no solo a través de los materiales sino
enseñando a jugar, porque a jugar también se aprende.

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